La señal de Goya en la gente joven. El Periódico de Aragón
La Escuela de Artes abre una exposición de 37 obras realizadas el pasado curso por los alumnos, basadas en la serie Los Disparates.
Un semáforo con la silueta de la Maja Desnuda sobre el disco ámbar invita a entrar en la exposición Los disparates en la Escuela, con 37 obras de pintura, escultura, cerámica, grabado, joyería, ilustración y diseño, inaugurada ayer en la Escuela de Artes de Zaragoza. El Goya de Los Disparates abrió un campo de posibilidades infinitas a los artistas que le siguieron: Si él había dejado entrar en sus grabados a gente volando, tertulias de comadres alineadas sobre la rama de un árbol, o a condenados que salen de las sombras al son de las castañuelas de un tonto, todo era posible.
Unos disparates de Víctor Mira (Crucificción), de Pascual Blanco (Nada de lo que se hizo está hecho) y de Ricardo Calero (Más luz, interior), dan paso ya, en el espacio abierto, a las 37 obras realizadas en el curso pasado por los jóvenes del Ciclo Superior, en respuesta a una iniciativa de la Fundación Goya en Aragón en colaboración con la DGA, para seguir al maestro.
Y ahí están los obreros neoyorkinos de Almuerzo en lo alto de un rascacielos, la foto de Charles Ebbets de 1932 convertida en aguafuerte, por José María Salaverría, como réplica a la fila de las comadres sentadas sobre la rama. O el Pájaro de madera, de Pablo Montañés, que representa a un avión de papiroflexia, recogiendo el sueño de volar de los personajes disparatados de Goya.
Los mismos de siempre, como figuritas de belén, en pasta refractaria blanca y arcilla roja, de José Carlos Vegas, deja que asomen la cabeza desde dentro de sus sacos los personajes goyescos estrafalarios: obispos, petimetres, tontos de salón, majas oligofrénicas...
En el espacio dedicado a los ilustradores de libros viene un vademécum de recetas: Los niños saben leer mejor que los adultos, sacan más cosas de un libro; los niños leen con una mirada adulta, pero los adultos suelen leer con una mirada infantil. Y ahí están los cuentos.
Una gran cuchara de madera y su sombra en metal oscuro, parece penetrar en el suelo, como si fuera de sopa: ¡Cómetelo todo!, como un disparate. "La joyería se cruza con el grabado: un trozo de cobre de una plancha sirve para crear brazaletes con unas figuras suspendidas. La plata y el cobre tratados al ácido como en la técnica del aguafuerte, nos acerca al claroscuro de las imágenes de Goya" explica el director de la Escuela de artes José Miguel Acero.
María Victoria Broto, la consejera, dijo ayer tras ver la exposición: "Esto es poner a disposición de la sociedad la cultura, la obra bien hecha".