El dibujante de Batman lleva a Goya al cómic. El Peródico de Aragón
Diego Olmos hace dialogar al pintor y al diablo en una novela gráfica.
Al dibujante Diego Olmos uno de los géneros que más le gusta es el cómic de terror. Se nota. Acaba de llegar a las librerías un álbum en las antípodas de los superhéroes --hace un par de años llevó a Batman hasta la Sagrada Familia-- a los que ha venido dando vida en la poderosa DC Cómics y donde, con dibujos y guión propios, da rienda suelta a su libertad creativa para cubrir de horror fantástico los últimos años de un personaje de lo más real: Goya.
Esta novela gráfica, que publica Ediciones B, es, advierte Olmos, "pura especulación" sobre la vida del pintor en la época en que vivía en la Quinta del Sordo, a las afueras de Madrid, con Leocadia Weiss y su hija. "Goya está viejo y sordo, lo que le hace sentirse aislado del mundo que le rodea", explica. Fue allí, entre 1819 y 1823, donde, antes de exiliarse en Burdeos por temor a que sus simpatías afrancesadas le trajeran problemas con el nuevo régimen absolutista, "inventó la pintura moderna", opina el dibujante. El pintor aragonés expresó su oscuro estado de ánimo con 14 obras pintadas al óleo directamente sobre el yeso de las paredes de esa finca y el resultado fueron sus legendarias pinturas negras, trasladadas al lienzo en 1874 y hoy en el Museo del Prado.
El creador de la serie H2Octopus (que tiene aparcada) entinta en negro el mundo de Goya, "con sus brujas, demonios y animales antropomórficos" e imagina un pacto entre el pintor y Lucifer, "aunque puede ser un diablo cualquiera", que una noche llama a su puerta vestido de caballero. "Juego con la ambigüedad de si el Diablo es real o producto de su mente enferma".
Tanto admira a Goya "el monarca del inframundo", y tan seguro está de que solo el pintor "es capaz de pintar lo oculto, lo que el rostro trata de esconder en vano", que le pide que lo retrate y, para convencerle, se suceden inquietantes y amenazadores diálogos. "Son reflexiones sobre temas universales, la muerte, la fugacidad de la vida, la maldad, la pérdida de la juventud, el vigor sexual...", comenta Olmos. "Jóvenes y viejos, ricos y pobres, todos condenados. Todos iguales ante la muerte", escribe en una las viñetas.
Y puede que para exorcizar ese pacto fáustico dejó Goya para la posteridad 14 oscuras visiones en aquellos muros: la espeluznante Saturno devorando a un hijo, el terrorífico Aquelarre, la violencia de la pelea de los Galeotes... El lector puede jugar a buscarlas, unas más explícitas, otras camufladas, en las viñetas.