Almudena de Arteaga: "Quería rendir un homenaje a 'la Pepa". El Periódico de Aragón
Ganadora del Premio Azorín 2012
¿Capricho es una historia de mujeres que cuenta la Historia?
--Es una historia de mujeres cuyo centro es Goya porque las tres son musas de Goya y el telón de fondo es la historia de España desde finales del XVIII a principios del XIX, hasta que se van los franceses. ¿Por qué elijo a estas tres mujeres? Cayetana de Alba representa el poder de seducción, que es una cualidad que Goya admiraba mucho; la condesa de Chinchón (la mujer de Godoy), una dulzura un poco triste porque representa la mujer sometida de la época; y la duquesa de Osuna, la voz de la novela, es la ilustrada, tremendamente independiente y muy culta. Son las tres musas de Goya porque en todos sus retratos se ve lo que siente sobre los personajes que está retratando. Por ejemplo, los reyes estaban encantados con Goya pero él refleja al rey, por ejemplo, con una cara de bobalicón tremenda. Pero a ellas tres las pinta con verdadero cariño.
--Ha puesto mucho énfasis en recrear la vida cotidiana, ¿es la clave de su novela?
--Todos los personajes de la novela son reales. Pero no solo hablo de reyes y condesas, hablo del soguilla de Goya que se llamaba Juanillo, de pasteleros, relojeros, dueños de mesones, de romerías, de toreros... Todos son reales excepto una sombrerera. Necesitaba un personaje de ficción que pudiese saltar igual de un camerino del palacio real a un mesón para que llevase el ritmo de la novela. Me inventé a Michelle, que le encuentras un paralelismo con la reciente historia española. Igual que hace muy poco hubo mucho exiliado español a Francia, en esa época hubo mucho exiliado francés a España.
--El trabajo de documentación habrá sido arduo...
--Sí, pero he disfrutado muchísimo y quería hacer un homenaje al aniversario de la Pepa. Ese Cádiz era un hormiguero de gente, de almas, todos constreñidos entre los cañonazos de los franceses. Por primera vez en la historia de España se reúnen hombres de diferentes ideologías y debaten en una mesa que son las Cortes, pero yo cuento en qué sitios se reunían a merendar para ver qué iban a debatir al día siguiente, y eso es lo que a mí me gusta contar: cómo las mujeres cuidaban a los enfermos, cómo estas duquesas que tienen todo se tienen que ir a vivir a un pisito porque no hay sitio en Cádiz para todos... Y a todo esto hay que añadir la intriga. Goya pinta La maja desnuda, pero está perdida durante mucho tiempo porque la Inquisición la persigue porque tenía vello púbico. En su búsqueda hay asesinatos, intrigas... y eso quizá sea ficción. ¿Dónde estaba realmente el cuadro? Esa es una de las incógnitas y otra es si la cara pertenece al cuerpo o son dos mujeres. Todo eso se va desarrollando a través del libro.
--¿Fue tan convulsa esa época como refleja su novela?
--Tremendamente. Napoléon invade toda Europa a cañonazos, pero España la toman hasta Madrid sin disparar un cañón por orden de los reyes y Godoy a quienes les dicen que les dejen pasar que van a Portugal. Pero a los españoles cuando nos tocan las narices, nos las tocan y ya cuando vimos que no venían solo a pasearse sino a invadirnos, nos levantamos en armas.
--¿Qué le atrajo de esta época para escribir un libro?
--Hay cierto paralelismo con hoy en día, aunque hoy no nos invade nadie ni hay que salir a pelear con las guadañas... Al principio de la novela, cualquier persona de cualquier estrato social vivía y se divertía, pero nos invaden los franceses y todo se pierde. La novela se llama Capricho, además de por los Caprichos, de Goya, porque todos son caprichos al principio de la novela; todo el que quiere tener algo, lo tiene. Cuando llega la invasión francesa, el orden de valores cambia, y a partir de ahí, lo único que busca la gente es huir, sobrevivir, y terminar con el invasor. Por ahora seguimos aquí de pie, pero hace cinco años pensábamos en cambiar de coche y ahora en cómo acabar de pagar el alquiler o la hipoteca.