José Ignacio Calvo: “Es una exposición potente y con una virtud: son dibujos de gran calidad”

Conversamos con José Ignacio Calvo Ruata, comisario de “El dibujo español en el gusto privado”, sobre la concepción y contenido de esta muestra, que se puede visitar hasta el 26 de mayo en el Museo de Zaragoza.

Cuaderno Italiano
24 abr 2019

José Ignacio Calvo Ruata, comisario de “El dibujo español en el gusto privado. Del Renacimiento a la Ilustración”.

El dibujo ha contado, y cuenta, con una entidad propia que va mucho más allá de su primigenia función utilitaria. Solo basta recorrer las salas de la exposición “El dibujo español en el gusto privado. Del Renacimiento a la Ilustración”, organizada por la Fundación Goya en Aragón y el Gobierno de Aragón, para poder validar con rotundidad esta afirmación. 

Entrevistamos a su comisario, José Ignacio Calvo Ruata (director del CIDG y patrono de mérito de la Fundación Goya en Aragón), para adentrarnos en el contenido de esta muestra, sin duda, excepcional, tanto por su singular temática y los excelentes artistas que la componen, como por la procedencia de sus obras, provenientes de prestigiosas colecciones privadas españolas: Colección Abelló, Colección Ángel Navarro Pardiñas, Colección Colomer, Colección Félix Palacios, Colección Gutiérrez de Calderón y Fundación Casa de Alba.

¿Cómo surgió la idea esta exposición?

Desde el principio nace del coleccionista de arte Félix Palacios. Aunque su pasión por el coleccionismo se inició en los años ochenta, fue en la primera década del 2000 cuando se interesó de manera específica por el dibujo, sobre todo a raíz de la adquisición de un dibujo del italiano Guercino, que después le llevaría a ampliar su colección con artistas españoles o españolizados. En un momento dado, trasladó su idea al Patronato de la Fundación Goya en Aragón y este decidió sacarla adelante. Junto a Félix, hemos hemos ido construyendo este proyecto con el objetivo de que la FGA pusiera a disposición del público dibujos procedentes de colecciones privadas españolas.

¿Cuál ha sido el criterio para seleccionar los 60 los dibujos que la conforman?

Partiendo de la colección de Félix Palacios y, ante la evidencia de que esta sobre todo contaba con dibujos españoles, la primera idea fue ceñirla a la escuela española. Después, nos dimos cuenta de que lo que realmente podía dotar a la muestra de cierta personalidad era ajustarla solo al campo de las colecciones privadas. Además, comprobamos que existía una masa crítica suficientemente sólida para hacer una exposición potente y con una virtud: son dibujos de gran calidad, dentro de muy buenas colecciones, y de autores de primera fila del arte español. Sin duda, esto era una buena garantía.

Y otra de las singularidades de la muestra es su gran variedad iconográfica.

Si bien, es cierto que en el bloque dedicado al siglo XVII pesa mucho la temática religiosa, porque estadísticamente es la más abundante, sí es cierto que se ha buscado la variedad iconográfica, pero también de técnicas de dibujo. Simplificándolo mucho, en la muestra encontramos dos medios técnicos fundamentales: el lápiz (negro y rojo) y la tinta (aplicada con pluma o diluida con pincel en agua —aguada—), unidas a los toques blancos del clarión, que con sus luces y efectos enriquece las cualidades pictóricas de los dibujos. Además, podemos encontrar también una gran diversidad de autores; solo algunos son insistentes por su importancia, como es el caso de Murillo, Alonso Cano, Goya y Ribera.

Además, la exposición se centra en una etapa estilística muy concreta, ¿por qué este periodo?

Contábamos con materia prima suficiente para centrarnos en el periodo que va del Renacimiento a la Ilustración, y nos parecían unos límites cronológicos y estilísticos que tenían suficiente empaque como para dejarlo ahí. Además, comenzado el siglo XIX, por no hablar del XX, entramos artísticamente en planteamientos muy diversos, y quisimos que la muestra mantuviera cierta unidad de concepto artístico.

¿Qué diferentes usos del dibujo podemos encontrar?

El dibujo en España tuvo una función práctica, utilitaria, no tanto de colección o de obra acabada por sí misma. Así, en la muestra podemos encontrar principalmente dos tipos de dibujos preparatorios, simples bosquejos para fijar una idea compositiva o dibujos más desarrollados que sirvieron como modelo de un grabado, para ser transferidos a un formato mayor (de ahí la cuadrícula) o cuya silueta ha sido estarcida para ser trasladada a otro soporte, como es el caso de Dos dromedarios y Dos garzas de Antonio del Castillo. Además, también están los ricordi, pequeños dibujos que los artistas preparaban de sus trabajos en gran formato para generar un repertorio, una especie de book.

¿Ese uso práctico es la causa de que durante mucho tiempo el dibujo fuera un gran olvidado?

Sí, hasta los años ochenta o noventa del siglo pasado el dibujo no comenzó a revalorizarse. Anteriormente, hay algunos ilustrados que tenían interés por el dibujo como Ceán Bermúdez o Jovellanos, o avanzado el siglo XIX el oscense Valentín Carderera, pero en España nunca ha existido una gran tradición de coleccionismo de dibujo. Esta solo se daba entre los propios artistas y con usos mucho más funcionales, como enseñar a sus discípulos en sus talleres o pequeñas academias. De hecho, algunos viajeros o coleccionistas extranjeros supieron aprovechar esto muy bien. Por ejemplo, cuando el escocés Stirling-Maxwell visitó España a mediados del XIX compró todo lo que quiso, dándose cuenta de que había dibujos de grandes artistas, como Murillo o Cano, a los que no se les daba demasiado valor.

Asimismo, las muestras dedicadas en exclusiva al dibujo no son muy habituales.

Es una exposición excepcional en Zaragoza, y que posiblemente supera a cualquier otra que haya habido en el pasado por la calidad de las obras presentadas. Si estuviera en Madrid o Barcelona perfectamente sería una exposición de primera línea. Además, su catálogo, que actualmente está en prensa y que esperamos presentar próximamente, contará con una ficha detallada de cada uno de los dibujos, para lo que se ha procurado disponer de los mejores especialistas en cada artista.

¿Cuál sería el denominador común de los coleccionistas que han participado en la muestra?

Todos tienen alma de coleccionista de obras de arte, pero el denominador común es que en un momento dado, y eso es más excepcional, han sido conscientes del interés que tiene el dibujo como género en sí. Seguramente, los coleccionistas especialistas en dibujo antiguo se pueden contar con los dedos de una mano. Todos tienen colecciones artísticas amplias, pero para ellos el dibujo tiene una personalidad singular.

Y, por supuesto, la presencia de la obra de Goya no podía faltar.

Todos los Goya que podíamos traer los hemos traído. Por un lado, contamos con el dibujo de Las meninas y una de las pruebas de estado del grabado. Goya en un momento dado se interesó por reproducir en grabado las obras de Velázquez de las colecciones reales y dibujó a la sanguina veinticuatro cuadros de los cuales llegó a grabar trece; de Las meninas no llegó a hacer una tirada múltiple seguramente porque tuvo algún problema técnico.

Y por otro lado, tenemos tres dibujos más de Goya, los retratos de los artistas Cesare Arbasia y Felipe de Liaño, y de Ceán Bermúdez, el autor del Diccionario de artistas españoles, publicado en 1800. Ceán encargó a Goya los dibujos de los artistas para ser grabados y publicados en una edición de mayor riqueza, pero esta no llegó a buen puerto y se quedó en una edición sin estampaciones.

Para finalizar, y si no te ponemos en un compromiso, ¿hay algún dibujo que destacarías de forma personal?

Hay uno muy pequeñito de Ribera que es delicioso, fantástico, Familia de gitanos en torno a una fragua. Destacaría su gran potencia vital representando una sencilla escena callejera y, por supuesto, la maestría que transmite con muy pocos trazos. También hay una pareja de dibujos que son de una delicadeza y sensibilidad extraordinaria, y que juntos me parecen espectaculares, la Virgen con el Niño de Alonso Cano y San José con el Niño de Murillo.

 

 

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