Goya en ruta: 3 itinerarios para conocer al pintor de Fuendetodos

Verano es sinónimo de pausa. Los días se alargan y es tiempo para iniciar viajes que nos descubran nuevos horizontes. Por ello, desde "Cuaderno Italiano" proponemos tres recorridos en torno a la obra y la figura de Goya en Aragón, Madrid y Burdeos.

Cuaderno Italiano, Noticias
10 jul 2019

Detalle de “El cacharrero” (Goya, 1778-1779).

En la era de Internet y la sobreinformación, hay mil maneras de acercarnos a la obra de Goya, pero quizá la forma más pura, y por qué no también la más didáctica y divertida, sea recorriendo algunos de sus pasos, e implícitamente con ellos su dilatada trayectoria artística y personal. Existen muchos “Goyas” y, asimismo, muchas maneras de conocer al pintor, por ello, proponemos tres itinerarios que, a tenor de su ingente producción, comprenden algunos de los lugares clave para descubrir de primera mano el trabajo y la figura del pintor de Fuendetodos.

1. Sus orígenes: Aragón

Con su nacimiento en 1746, Francisco de Goya y Lucientes puso en el mapa esta localidad de la Comarca de Campo de Belchite, Fuendetodos, en la que se puede visitar tanto su casa natal, como el Museo del Grabado (donde desde 1989 se expone su obra gráfica de forma permanente).

Desde su periodo de formación en Zaragoza, entre otros inmuebles, se cree que residió en el n.º 4 de la plaza San Miguel y, por supuesto, participó activamente la vida de la ciudad, tal y como se aprecia en esta ruta de carácter biográfico planteada por el Ayuntamiento de Zaragoza. Una cuestión un tanto anecdótica, pero que puede servir de punto de partida para disfrutar de la verdadera esencia de su obra en la ciudad del Ebro: los frescos de la Regina Martyrum y la Adoración del nombre de Dios en la Basílica del Pilar, así como de muchos de sus grandes trabajos expuestos en las colecciones permanentes de los museos zaragozanos. Entre ellos, el Museo de Zaragoza (donde podemos dialogar con los retratos de Carlos IV y María Luisa de Parma, Don Luis María de Borbón y Vallabriga o del Duque de San Carlos), el Museo Goya-Colección Ibercaja (que muestra su primer Autorretrato, el Retrato de don Félix de Azara y Perera y La Gloria o Adoración del Nombre de Dios) o el Alma Mater Museum (Retrato del Arzobispo Joaquín Company).

También es posible seguir sus huellas en otros puntos de la provincia de Zaragoza, donde destacan las pinturas murales de la iglesia de la Cartuja de Aula Dei (Peñaflor), así como otros conjuntos pictóricos atribuidos al pintor en la ermita de Nuestra Señora de la Fuente en Muel, la iglesia parroquial de Remolinos, la iglesia de San Juan el Real en Calatayud o en la Casa de la Cultura de Alagón (antiguo colegio de la Compañía de Jesús). Asimismo, en el Palacio de Villahermosa en Pedrola se encuentra expuesto el Retrato de Ramón de Pignatelli.

Y en la provincia vecina, en el Museo de Huesca, podemos contemplar obras como el retrato de Antonio Veyán y Monteagudo o la estampa de Juan Agustín Ceán Bermúdez.

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 2. Reconocimiento y esplendor: Madrid

Los vínculos de Goya con Madrid son muchísimos: sus primeros trabajos como pintor de cartones para tapices; su estrecha relación con la corte madrileña tras ser nombrado pintor de cámara de Carlos III y, después, de Carlos IV; la llegada de su reconocimiento a través de su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; y, como no, los últimos años de su vida en la famosa Quinta del Sordo, ubicada en la ribera del Manzanares.

Por ello, si realmente queremos sumergirnos en su producción artística, los museos madrileños son una opción perfecta, empezando por la Real Fábrica de Tapices, y continuando por el Museo Nacional del Prado, que ofrece la mayor colección de obra de Goya en el mundo con más de 140 pinturas (alberga piezas tan emblemáticas como La familia de Carlos IV, La gallina ciega, La pradera de San Isidro, La maja desnuda y La maja vestida, Los fusilamientos del 3 de mayo o las Pinturas negras). Asimismo, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde Goya llegó a ser director además de uno de sus miembros más insignes, exhibe 13 de sus lienzos, entre los que se hallan algunos de sus retratos y obras más destacadas (Manuel Godoy, Fernando VII a caballo, El entierro de la sardina, Auto de fe de la Inquisición, o las escenas de Juegos de niños), y en el mismo edificio se pueden visitar la salas de la Calcografía Nacional (expone una selección de las 228 planchas de sus series de grabados allí conservadas). Para completar la ruta, podemos seguir en el Museo Thyssen-Bornemisza (Retrato de Aensio Julià, El tío Paquete y Fernando VII), el Museo del Romanticismo (San Gregorio Magno preside su oratorio), el Museo Lázaro-Galdiano (además de dibujos, grabados y cartas autógrafas, cuenta con El aquelarre y El conjuro), o el Museo Taurino de las Ventas (serie de grabados la Tauromaquia).

Y más allá de los museos, conocer el Madrid de Goya también es pasear por lugares tan icónicos como la Puerta del Sol (escenario de El 2 de mayo de 1808 en Madrid o “La lucha con los mamelucos”) y la Pradera de San Isidro (donde se celebraban las romerías y verbenas populares que reflejó en sus cuadros), o visitar edificios tan representativos como el Palacio Real, que contiene los retratos de Carlos IV y su esposa, María Luisa de Parma (realizados con motivo de las nuevas decoraciones introducidas a comienzos del siglo XIX); la Basílica de San Francisco el Grande, donde se encuentra una de sus obras de juventud, San Bernardino de Siena ante Alfonso V (y que, como dato curioso, incluye un autorretrato); el Palacio Real de El Pardo, que cuenta con diferentes series de sus tapices distribuidos a lo largo de sus estancias (destacando, La nevada, perteneciente a su famosa serie de las estaciones); y de manera imprescindible la ermita de San Antonio de la Florida, que ubicada no muy lejos de la Quinta del Sordo (hoy recordada con una placa conmemorativa en la calle Saavedra Fajardo), presenta una de las obras maestras del pintor: el conjunto mural que decora su cúpula, bóvedas, ábside y pechinas, así como la sencilla tumba en la que reposan sus restos desde 1919.

Además, es posible continuar este itinerario dentro de la Comunidad de Madrid, visitando dos importantes lienzos ubicados en la iglesia parroquial de la Asunción en Valdemoro (La aparición de la virgen a San Julián) y en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Chinchón (La Asunción de la Virgen).

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3. El exilio: Burdeos

Ante el oscuro retorno del absolutismo en España de la mano de Fernando VII, Goya se vio forzado a marchar al exilio en 1824 con nada menos que 78 años de edad. Tras pasar por el balneario de Plombiers para recibir una cura termal, se estableció definitivamente en Burdeos, del mismo modo que lo hicieron muchos afrancesados y liberales del país. Allí, una vez jubilado como pintor de corte, se entregó al dibujo y al perfeccionamiento de su obra gráfica.

Recorrer las calles de Burdeos es recorrer los últimos años del pintor, así como los misterios existentes en torno a ellos: el Hôtel de la Prefecture (un antiguo internado en el que el artista se alojó a su llegada a la ciudad), la imprenta Cypriene Gaulon en la rue Saint Remy 58, (donde estampó la serie de litografías Los toros de Burdeos), la Place Martyrs de la Résistence (allí pintó La lechera de Burdeos), la chocolatería de su amigo Braulio Poc en la rue Huguerie 33 (lugar de reunión de los exiliados españoles), el actual Instituto Cervantes (situado hoy en la casa de Goya donde encontró la muerte en 1828, al parecer, tras caer por sus escaleras); la Église de Notre Dame (donde se realizaron sus funerales) y, como no, el cementerio de La Chartreuse (el camposanto en el que artista fue enterrado junto con su consuegro, Martín de Goicoechea, hasta que sus restos fueron trasladados a Madrid).

Asimismo, también es interesante visitar el Musée des Beaux-Arts de Bordeaux, en el que hasta el 23 de septiembre se puede disfrutar de la exposición "Goya Physionomiste", organizada por el Instituto Cervantes y la RABASF.

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4. Goya en el Mundo

A lo largo de su vida fueron muchos los lugares visitados por Goya, todavía hoy en algunos casos llenos de incógnitas e imprecisiones, y que en un futuro podrían llevarnos a conocer detalles desconocidos sobre su biografía. Desde su viaje de juventud a Italia, del que ha quedado constancia gracias al denominado Cuaderno italiano y donde da fe de su paso por Roma, Génova, Bolonia, Parma, Padua y Venecia; hasta su periodo de residencia en Arenas de San Pedro (Ávila) junto al infante Luis de Borbón en 1783; su estancia familiar en Valencia durante el verano de 1790; o los viajes que realizó a Andalucía (Sevilla y Cádiz) en 1793 y 1796.

Pero lo que está claro es que el legado artístico de Goya es único y, trascendiendo al tiempo y al espacio, ha alcanzado multitud de lugares que el mismísimo pintor habría considerado inconcebibles durante su vida. Así, hoy podemos disfrutar de su obra a lo largo de la geografía española, pero también fuera de nuestras fronteras en museos de Hamburgo, Múnich, París, Londres, Nueva York, Boston, Chicago, Montreal, São Paulo, Moscú o Tokio. Museos que os animamos a descubrir, diseñando vuestra propia ruta, a través de nuestro buscador Goya en el Mundo.

 

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