Francisco de Goya y Toriyama Akira unidos por la ironía
La muestra “Goya vive, la lucha sigue”, de Carla Canellas, que revisa la obra de Francisco de Goya a través del anime japonés "Bola de dragón", puede visitarse en la Galería de Arte A Ciegas de Madrid hasta el 3 de abril.
Desde el 3 de febrero hasta el 3 de abril se puede visitar en la Galería de Arte A Ciegas (Madrid), “Goya vive, la lucha sigue” de Carla Canellas. Una exposición, comisariada por Alejandra Rodríguez Cunchillos y Mario Malo, en la que se revisa la obra de Francisco de Goya a través del anime japonés Bola de dragón. Dibujos de tinta sobre diferentes soportes de papel mezclan estilos dispares, creando un diálogo entre la cultura occidental y la oriental, contándonos como nuestro tiempo se refiere casi en las misma cuestiones a las ocurridas hace 275 años, fecha en la que nació el maestro zaragozano.
Sin duda, una mezcla tan arriesgada como interesante que apuesta por mostrar cómo el creador de Dragon Ball, Toriyama Akira (Nagoya, 1955), empleó la ironía —relacionándolo con el uso que hizo Goya en los grabados de esta para escapar de la censura—para hacernos llegar una historia procedente de una novela china Viaje al oeste (publicada en el siglo XVI durante la dinastía Ming), en la que un grupo de personajes se enfrenta a diferentes dificultades a lo largo del camino.
La artista fusiona estos trabajos bajó una técnica llamada suibokuga (⽔墨画) o sumi-e (墨絵), esta realiza la pintura con tinta. En el plano principal se observan las animaciones de los 90, mientras que el trazo de la tinta china sobre papel washi (和紙) esconde diferentes capas de realidad, estas poco a poco mostrando y exponiendo la influencia del pintor aragonés.
Tal y como señalan los comisarios de la muestra, “Obras magnas de Goya como los Caprichos o los cartones para las estancias reales, son reinterpretadas por la artista en clave de crítica sociopolítica contemporánea, emulando la composición y las características formales de estos trabajos. (…) Finalmente, cabe decir que Goya, acompañó sus imágenes de textos cortos, coincidiendo con esa misma espontaneidad que caracteriza al proverbio japonés”.