El MUBA reúne 92 grabados relativos a la imagen de la mujer en la obra de Goya
Desde el 10 de marzo hasta el 29 de mayo el Museo Provincial de Bellas Artes de Badajoz (MUBA) acoge la exposición “Mujeres de Goya. Vicios y virtudes de la sociedad de su época”.
Enmarcada en el programa “Marzo violeta”, el Museo Provincial de Bellas Artes de Badajoz (MUBA) alberga desde el 10 de marzo hasta el 29 de mayo la exposición “Mujeres de Goya. Vicios y virtudes de la sociedad de su época”.
Una muestra que reúne 92 grabados relativos a la imagen de la mujer en la obra de Goya, haciendo un recorrido por los conjuntos que realizó a lo largo de su vida, desde los Caprichos (1796-1798) hasta los Disparates (1815- 1824), pasando por los Desastres de la Guerra (1810-1815) y la Tauromaquia (1814-1816). Tal y como señala Víctor Martín Medina, técnico del MUBA, “dentro de su producción vemos diversas acepciones de la figura femenina, siempre desde un punto de vista crítico, que contrasta con la visión de otros artistas contemporáneos. Por un lado, a las situaciones de injustica que envuelven al género femenino y que son recurrentes en su obra grabada, se une la representación de mujeres heroicas, indomables y rebeldes, caracterizadas en el Desastre nº 7, titulado Que valor!, que representa a Agustina de Aragón disparando el cañón contra las tropas francesas. No queda ajeno a la representación de otras temáticas como la brujería o la prostitución, donde muestra una visión más amarga de la vida del momento. Tampoco deja de lado el retrato de los vicios de la sociedad estamental, con críticas veladas a la Iglesia y la nobleza, ilustrada en este caso por uno de sus grabados más conocidos, el Capricho nº 61, titulado Volaverunt, representación satírica de la que había sido su amante, la Duquesa de Alba. En otras ocasiones, esa visión de la feminidad simplemente se intuye como un mero recurso metafórico, tal es el caso del grabado nº 79 perteneciente a los Desastres de la Guerra, titulado Murió la Verdad. Esta ilustración es un ataque a la vuelta del absolutismo que vino de la mano de Fernando VII, representando la Verdad personificada en el cuerpo yacente de la mujer, la censura de la libertad. Francisco de Goya encontró en los grabados el medio idóneo para expresar libremente los principios fundamentales del movimiento ilustrado, consiguiendo con el manejo de todas las técnicas un lenguaje plástico y temático innovador. Su reflejo de la figura femenina es probablemente de las más interesantes hasta el momento, situándola en el centro de la escena, alejada del lugar que se le había dado hasta el momento, liberada del encorsetamiento de ejercer meramente como musa de un artista”.