Carlos III promulgando el edicto de expulsión de los jesuitas

Menos interés que su compañera ha suscitado esta obra, sin duda por carecer de ese carácter presencial, el famoso "Yo lo ví" que se desprende de la otra.

La fotografía que conservamos de la pintura hace difícil su interpretación. La escena reúne al monarca Carlos III con sus cortesanos, todos ataviados con casaca y luciendo bandas y condecoraciones, y se desarrolla al aire libre, tal y como se deduce por la presencia de edificios perfilados al fondo a la izquierda. El soberano se cobija bajo un dosel sujetado por ángeles mientras escucha lo que uno de los hombres lee.

La iconografía responde al modelo barroco, pomposo y escenográfico, donde la genial insolencia y el desenfado goyesco ya están presentes, como apunta Milicua. El mismo autor relaciona las alargadas pinceladas del dosel con los paños que pintó Goya en las puertas del armario-relicario de Fuendetodos (Zaragoza).

José Manuel Pita Andrade dedicó varias líneas a esta pareja de obras (véase El motín de Esquilache). El análisis de la que nos ocupa le lleva a pensar que quizás, la reunión entre el soberano y los palaciegos, fuese en realidad el Consejo de Estado que convocó Carlos III para conocer los pareceres de sus consejeros ante la sublevación del pueblo durante el motín de Esquilache. Así, propone un nuevo título para el cuadrito: Carlos III escuchando a sus consejeros durante el motín de Esquilache, si bien no se atreve a hacerlo con firmeza.