Los Goyas del Prado se hacen un hueco en CaixaForum Barcelona. ABC
Empieza el montaje de «Goya, lucesy sombras», la mayor exposiciónque la ciudad ha dedicado al pintor.
Los Goyas del Museo del Prado, plato estrella del décimo aniversario de CaixaForum Barcelona, empezaron ayer a acomodarse en la sala de exposiciones de la antigua fábrica Casaramona para preparar, lienzo a lienzo y dibujo a dibujo, la mayor exposición que Barcelona ha dedicado al maestro aragonés.
Se trata de «Goya, luces y sombras», completa antología que recorrerá la trayectoria del artista y algunos de sus temas clave -del retrato al estudio psicológico pasando por la crítica social, la sátira o la tauromaquia- a partir de una impagable selección de pinturas, grabados y dibujos provenientes del Museo del Prado. En total, la muestra organizada en colaboración con la pinacoteca madrileña pondrá de relieve la impecable técnica de Goya y exhibirá en Barcelona 44 dibujos, 24 grabados y 25 óleos, entre ellos algunos tan conocidos como «La maja vestida», «La novillada», «Vuelo de brujas», «Aún aprendo», «El quitasol» o «El pelele».
Este último, un colorido y burlón óleo sobre lienzo pintado entre 1791 y 1792 para el gabinete de Carlos IV en El Escorial, tuvo ayer el honor de inaugurar el montaje de una muestra que, a falta de una semana para su apertura, empieza ya a esbozar ese vasto recorrido cronológico por la vida y la obra del autor de «Los fusilamientos del 3 de mayo».
Y es que, tras un viaje en camiones desde Madrid, los cuadros de Goya llegaron ayer a Barcelona para llenar de vida, colorido e historia unas salas que exhibirán el genio del pintor aragonés desde el próximo 16 de marzo hasta el 24 de junio. «Todo Goya palpita a mi alrededor», escribió el pintor francés Eugène Delacroix sin saber que, varios siglos después de caer rendido al embrujo del maestro de Fuentetodos, sus caminos acabarían por fin cruzándose y, en efecto, Goya, volvería a palpitar a su alrededor.
Porque «Goya, luces y sombras» no solo resumirá en un centenar de obras la realidad social y el tránsito constante entre la realeza a las gentes del pueblo que vivió y pintó el artista aragonés, sino que lo hace estableciendo no pocos puentes con la otra gran retrospectiva que el centro cultural barcelonés dedica desde mediados de febrero a Eugène Delacroix.
De hecho, tal y como reconocía el director de CaixaForum, Valentí Farràs, la coincidencia de estas dos exposiciones acabará por poner a prueba el aforo de un equipamiento cultural que no hace mucho celebraba haber alcanzado su primera década de vida con más de siete millones de visitantes.