Dalí y sus "disparates". La República
Exhiben 40 grabados del pintor español surrealista en Arequipa en muestra denominada "Del capricho al disparate", que fue catalogada como un homenaje al mítico Francisco de Goya. La cita es en el Monasterio de Santa Catalina.
Salvador Domènec Felip Jacint Dalí i Domènech, o simplemente Salvador Dalí, expone en Arequipa. El perverso, polimorfo, anarquista, surrealista, divino, déspota, supremo que rompe con todo, poseído de un delirio dionisiaco, ávido de dólares y sobretodo monárquico, "pero no políticamente sino metafísicamente por mandato del ácido desoxirribonucleico" -como lo dijera Dalí- aparece en obra y alma con su muestra "Del capricho al disparate", que exhibe más de 40 grabados goyescos intervenidos por la sensualidad y genialidad del pintor español.
Probablemente no había mejor galería para los disparates y los caprichos que la nueva sala de exposiciones del monasterio de Santa Catalina de Siena, donde se amalgama la locura daliniana y el recato sacramental. En tres ambientes Dalí nos expone lo que ha sido considerado por la crítica "el homenaje del genio español del siglo XX al mítico Francisco de Goya", con la intervención surrealista sobre grabados goyescos.
Entre 1973 y 1977 Salvador Dalí revisa la serie de grabados de Goya titulado "Caprichos", los cuales denunciaban en forma surrealista la manera de vida, los excesos, los poderes del reino y la decepción sobre la humanidad. Entonces, con los bigotes algo más que puntiagudos y las moscas posadas en las comisuras de los labios, Dalí interviene los grabados agregándole una carga más surrealista que colinda con la estupidez, la sinrazón y un humor corrosivo. Así nace "Del capricho al disparate".
MUESTRA Y VIGENCIA
"¿A qué nos enfrentamos?", se interroga Paola Vañó, curadora de la muestra, al referirse a la exposición de Dalí en Arequipa. Y se responde moviendo con sensualidad sus labios pintados de carmín: "a un huracán vigente que también tiene validez en nuestra sociedad, la cual puede ser criticada con esta obra".
Por su lado, el comisario general de la exposición, Federico Fernández Díez, afirma que "Dalí transforma en surrealista 'Los Caprichos de Goya', convirtiéndolos en disparates, anulando mensajes sociales y asediándolos de sus obsesiones personales".
El esfuerzo de la Fundación Universitaria Iberoamericana (FUNIBER), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el Centro Cultural Peruano Norteamericano y Promociones Turísticas del Sur también se traduce en la presentación de Salvador Dalí a Arequipa y viceversa, pues en la sala no solo se ven los cuadros sino que se experimenta la presencia de de un Salvador Dalí que se hacía llamar puerco, "en el mejor sentido de la palabra".
También la de un Salvador Dalí que conoció la sexualidad a los 25 años de la mano de su esposa Gala, un Salvador Dalí que llevaba puesto un velo negro y embocaba un termómetro mientras era enjuiciado por el poeta André Bretón en la cúpula de los surrealistas, un Salvador Dalí tan tierno como inofensivo, quien de niño escribió la palabra revolución de la siguiente manera: "rrebolhution" y que su padre al percatarse del crimen ortográfico dijo que "este chico, pase lo que pase, tiene que morir cubierto de piojos"; aquel Dalí que salvaría del fuego el oxígeno contenido en Las Meninas de Diego Velázquez y no el cuadro en sí. Prohibido faltar.