Janis A. Tomlinson: “La inspiración de Goya en la tragedia es algo que perdura en su obra”
Conversamos con la historiadora del arte Janis A. Tomlinson, una de mayores especialistas mundiales en Goya, sobre su último libro: “Goya: A Portrait of the Artist”, una completísima biografía que aporta nuevos datos sobre el pintor de Fuendetodos.
La historiadora del arte Janis A. Tomlinson (El Paso, Texas, EE. UU., 1954) es una de las mayores especialistas mundiales en Goya, ha ejercido la enseñanza universitaria en prestigiosos centros como Columbia University y Williams College, y ocupado puestos de la máxima responsabilidad en instituciones como la National Academy of Sciences (Washington D. C.). Actualmente, es directora de Colecciones Especiales y Museos de la Universidad de Delaware y, desde finales de 2019, miembro del Comité Científico de la Fundación Goya en Aragón.
Doctorada en Historia del Arte por la Universidad de Pennsylvania, cuenta con numerosas publicaciones dedicadas al maestro aragonés, que han sido traducidas a seis idiomas, entre otras, destacan: Francisco Goya: The Tapestry Cartoons and Early Career at the Court of Madrid (Cambridge University Press, 1989); Goya in the Twilight of Enlightenment (Yale University Press, 1992); From el Greco to Goya: Painting in Spain 1561-1828 (Pearson, 1997) o Goya: Order and Disorder (MFA Publications, 2014). Asimismo, ha colaborado en varias exposiciones, como “Goya. La imagen de la mujer” en el Museo del Prado y en la National Gallery of Art, e impartido conferencias y seminarios en universidades y museos de Estados Unidos, Canadá, España, México y Argentina. De hecho, el seminario que impartió dentro de la Cátedra del Prado en 2013, “Goya y la biografía”, fue el punto de partida que le llevó a la reciente biografía que acaba de publicar, Goya: A Portrait of the Artist (Princeton University Press, 2020), y que ha suscitado el aplauso unánime de la crítica especializada en medios como The New Yorker, The Wall Street Journal, The New York Review of Books, The Times o The London Review of Books. La editorial Cátedra publicará su versión en español en 2022.
Goya: A Portrait of the Artist ha tenido una gran acogida entre la crítica anglosajona, que lo define como “la biografía definitiva” del pintor de Fuendetodos, ¿qué te motivó a escribirla?
Había escrito varios libros sobre Goya, pero únicamente desde el punto de vista de una historiadora del arte, es decir, analizando su obra y poniéndola en contexto político, artístico, social... Y mientras escribía, siempre me surgían preguntas sobre su vida; porque cuando se estudia a un artista, se está obsesionado con todo aquello que no se sabe. Así que comencé a recopilar toda la documentación posible y a crear cronologías. Tenía muchísimos datos, pero no sabía exactamente qué hacer con ellos hasta que, finalmente, en 2013 Manuela Mena me ofreció realizar un seminario con la Cátedra del Prado, y escogí la biografía de Goya entre los temas propuestos. A partir de entonces, comencé a leer todas las biografías que se habían escrito sobre él, y me di cuenta de que en su caso se había empleado su obra para crear su vida, en vez de estudiar su vida para entender mejor su obra.
Goya, como precursor de las vanguardias, fue uno de los primeros artistas en permitirse la libertad creativa más absoluta, ¿crees que, por ello, en su caso es todavía más crucial conocer su trayectoria vital para comprender su trabajo?
Sí, sobre todo después del año 93 cuando empezó a hacer los dibujos y, después, añadir lemas y transformar la naturaleza en caricatura: todo nos lleva hacia los Caprichos. Con sus pinturas de pequeño formato —consideradas también como "caprichos" por sus coetáneos— consiguió un tipo de obra muy personal, y sí, tienes razón, para entenderla tenemos que conocer bien quién fue el hombre que la realizó.
Hacía mucho tiempo que no se publicaba una biografía sobre Goya, y las interpretaciones sobre su vida nunca están exentas de polémica…, ¿crees que esto se debe a cierto miedo entre los historiadores del arte?
No creo que tenga que ver solo con Goya. Mi editora, de Princeton University Press, me dijo que por alguna razón los historiadores del arte no solemos escribir biografías, y no sé por qué. Desde luego con Goya tenemos una muy buena, la de Jeannine Baticle, pero se publicó hace más de veinticinco años, y desde entonces se ha publicado muchísima documentación, por ejemplo, el Cuaderno italiano o el estudio de José Luis Ona González, Goya y su familia en Zaragoza. Hacía falta realizar una nueva. Por otro lado, cuando propuse hacer la biografía, muchos editores me preguntaron: “¿Goya tiene una obra interesante, pero su vida también lo era?”. Desde luego, Goya tuvo una vida interesantísima y su época, llena de cambios políticos y sociales, también lo fue. Para mí, las mejores biografías cuentan no solo una vida interesante, sino también una época interesante.
Entre las fuentes que analizas, por supuesto, está su correspondencia. ¿Es la documentación más importante para conocer al Goya más íntimo?
Por supuesto, las cartas a Zapater son importantísimas. Es una lástima que solo nos lleven hasta fines del siglo XVIII. Revelan su sentido del humor, su temperamento, su estado de ánimo, en ellas aparecen sus sentimientos más íntimos y se muestra todo aquello que él estaba pasando en la corte. Si no contásemos con ellas, nuestro conocimiento sobre Goya sería muy distinto. Para mí, la mayor maravilla sería encontrar la correspondencia de Zapater a Goya, me encantaría saber mucho más de él.
Y también esta correspondencia con Zapater fue su forma de continuar su vínculo con Zaragoza, ¿no es así?
Sí. Su vínculo con las amistades de Zaragoza siempre fue muy fuerte. A principios del siglo XIX, hay una referencia en una carta entre Manuel Bayeu y Jovellanos en la que se habla de una posible visita de Goya a Zaragoza, y esto ocurrió después de la muerte de Zapater, es decir, que siempre siguió visitando la ciudad. Goya se sintió aragonés e hijo de Zaragoza durante toda su vida.
La primera parte del libro, “An artist from Zaragoza”, está dedicada a su etapa formativa. ¿Hasta qué punto estuvieron presentes sus raíces en su obra?
Durante su juventud su entorno fue muy importante para hacerle un artista más completo. Su padre y su hermano mayor fueron doradores, conoció a escultores, pintores, a Bayeu, por supuesto, y formó parte de un círculo de artistas que trabajaban diferentes medios y que le llevaron a tener una visión más amplia de lo que es el arte, a contar con unos fundamentos más allá de la pintura. Algo que se puede ver años más tarde en las pinturas de Aula Dei o en los frescos de San Antonio de la Florida. También, haber sido estudiante de Luzán le dio un punto de arranque, una base. Pero en Zaragoza no le dieron encargos que le hicieran ir más lejos de lo que había aprendido. Si no se hubiera ido a Madrid, es muy posible que se hubiese quedado pintando temas religiosos.
En el libro huyes de la imagen de un Goya atormentado para mostrarlo como un hombre ambicioso, sociable y, sobre todo, resiliente, con mucha más luz. ¿Cómo llegaste a esta conclusión?
Surge de los hechos, de los documentos. En su correspondencia se ve cómo pasó de ser un artista joven que hacía progresos en su carrera y que contaba con varios hijos, a de repente tener solo un hijo. Tuvo que ser una tragedia para él y para Josefa, pero, a parte de una mención, no habla de ello en las cartas que nos han llegado. Creo que en el trabajo era donde confrontaba a las tragedias de su vida, era su alivio. Y lo vemos más claro cuando un año después de su enfermedad de 1793 comenzó a inventar dibujos, y a pintar escenas de invención y capricho, o como durante la guerra de la Independencia imaginó escenas bélicas horribles, nada heroicas, que mostraban lo peor de la humanidad. Parece que los contratiempos le llevaban a descubrir cosas nuevas, a experimentar. Su inspiración en la tragedia es algo que perdura en su obra.
Del mismo modo, planteas que su exilio en Burdeos no fue tan negro para él como se pinta. ¿Tiene que ver con que en esta última época pudo seguir explorando aún más si cabe su libertad creativa?
Sí, creo que sí. Me pregunto qué hubiera pasado si se hubiera quedado en Madrid bajo el yugo de Fernando VII, con muchos de sus amigos fallecidos o ya fuera de España. A pesar de sus problemas de salud, fue para él una época de grandes triunfos artísticos, con miniaturas, nuevos dibujos y los Toros de Burdeos, con los que llevó a un nivel sin precedentes el arte de la litografía, descubierta tan solo unas décadas antes. En Burdeos tenía amigos y a Leocadia con sus dos hijos, y sabemos por la correspondencia de Moratín que parecían bastante contentos. A pesar de que Leocadia debía de tener cierto temperamento, Goya estuvo acompañado por ella hasta su muerte, y también enseñando a la joven Rosario Weiss, que menciona al menos en dos cartas y con la que estaba contentísimo. Todo está en contra de pensar que Goya estaba deprimido o solo.
A lo largo del libro exploras ampliamente su relación con sus largas amistades y su familia, ¿cómo fueron de importantes para él los vínculos personales?
Importantísimos. No tuvo nada de genio aislado y romántico, fue un hombre muy sociable y esto también le ayudó en su carrera en la corte. Sabemos que pasaba horas hablando con el conde de Floridablanca, que iba de caza con el infante don Luis o con la futura duquesa de Osuna, y que cuando le nombraron teniente director de Pintura de la Academia de San Fernando, al entrar en la sala todos le aplaudieron y felicitaron. Quizás tras su sordera sí cambió un poco y, aunque conservó a sus antiguas amistades —Moratín, Ceán Bermúdez…—, se centró en su familia y en el nuevo matrimonio de su hijo. Su vida social fue disminuyendo, pero para él no fue ninguna tragedia, tenía a su familia y buenos amigos.
¿Y además de su sociabilidad qué otros aspectos de su personalidad destacarías?
Su convicción sobre su propia condición de artista. Desde el principio tuvo claro que no podía haberse dedicado a otra cosa. Cuando le rechazó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se fue a Italia porque él sabía que era artista. Otro aspecto a destacar es que para Goya la pintura no termina con la técnica o con el estudio de perspectiva, empieza con el concepto, es el concepto lo que guía el pincel. Para Goya era la invención lo que definía su arte.
Goya vivió muchas vidas en una y por cada una de ellas también hay un artista diferente. ¿Cuál es para ti su etapa más interesante?, ¿con qué Goya te quedarías?
Por un lado, con los años noventa, con sus dibujos, sobre todo el Álbum B, que nos lleva a los Caprichos, y por otro, con la época de Burdeos. Es fascinante imaginar a una persona de casi ochenta años descubriendo una nueva técnica, haciendo algo totalmente innovador en litografía. Pero de verdad, lo digo porque me has preguntado, porque es muy difícil para mí elegir una época (risas).
Eres una de las mayores especialistas en Goya, llevas más de treinta años investigando sobre él, ¿recuerdas cómo te enamoraste del artista y su obra?
No lo recuerdo específicamente, pero por el trabajo de mi padre pasé tres años de mi Bachillerato en Barcelona. En un viaje, junto a otros alumnos, conocí a Goya en el Museo del Prado, y un mes después cuando cumplí 17 años mi mejor amiga me regaló un libro sobre él que todavía conservo. Cuando entré en la universidad, me vi escogiendo a Goya para varios trabajos. Después, pasé un año en la Autónoma de Barcelona y al volver a los EE. UU., pensaba que haría una tesis sobre el románico catalán, que me encanta, pero después de hacer un máster en arte paleocristiano, volví a Goya.
Y desde hace un año formas parte del Comité Científico de la Fundación Goya en Aragón, ¿qué ha supuesto para ti?
Es un honor y un placer muy grande. Me alegro de que me hayan seleccionado porque creo que necesitamos tener expertos de todos países hablando de Goya, descubriendo a Goya, colaborando en estudios…, así llegaremos más lejos.
Ante estos tiempos tan convulsos que vivimos, la pandemia, el asalto al Capitolio…, en los que la sinrazón de la masa que tanto criticaba Goya sigue muy presente, ¿qué mensaje crees que nos enviaría?
En una reseña sobre Goya: A Portrait of the Artist que salió en The New Yorker nada más publicar el libro, el crítico de arte Peter Schjeldahl decía que Goya nos da una lección de cómo vivir en tiempos difíciles. Y, después, esto se ha indicado en otras reseñas sobre el libro, en las que se ve a Goya como un modelo para sobrevivir, para perdurar, para continuar y superar los obstáculos.