El Barroquista: «La historia del arte en España es así: antes y después de Goya»

Conversamos con Miguel Ángel Cajigal, historiador del arte, profesor y divulgador cultural, también conocido en redes sociales bajo el seudónimo de El Barroquista.

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03 Oct 2023

Detrás de El Barroquista se encuentra Miguel Ángel Cajigal (A Coruña, 1981) el historiador del arte, divulgador y educador de museos que arrasa en las redes sociales. Sus hilos de Twitter y sus publicaciones en Instagram consiguen despertar el interés por el arte entre sus miles de seguidores. Participa en el programa de la 2 de TVE El Condensador de Fluzo y es colaborador habitual en diferentes programas de radio.

Estamos en el Museo de Zaragoza y hemos decidido grabar el primer episodio del podcast de la Fundación Goya en Aragón con una persona a la que no le gusta mucho Goya. Cuéntanos un poco, Miguel Ángel.

La gente que me sigue sabe que una línea muy importante que he defendido durante mucho tiempo es diferenciar gusto de importancia. Es decir, usamos nuestro gusto personal para casi todo y no deberíamos, porque en realidad lo que tenemos que juzgar es la importancia. Por este motivo, siempre pongo el ejemplo de Goya, uno de los artistas más importantes de la historia del arte español y, como historiador del arte, tengo que ser consciente de ello. Lo pongo tanto como ejemplo que todo el mundo ha asumido que no me gusta Goya, pero en realidad no es así. Os doy solo una pequeña pincelada de cómo funciona esta manera de pensar en mí: cuando hice una lista de las diez obras más importantes del Museo del Prado para mi primer libro, solo había un artista con dos obras: Goya, porque es el pintor más importante del Museo del Prado, incluso más que Velázquez y mucho más que el Greco o el Bosco. Entonces de ahí viene esa idea de ‘no me gusta Goya’.

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de Goya?

Mi primer recuerdo es muy bonito porque coincidió con mi primer trabajo sobre historia del arte, en la escuela secundaria. Era un trabajo un poco pedante sobre los Caprichos. Por casualidades del destino algún docente de ese centro había pedido que se comprase el catálogo integral de los Caprichos de Goya, no era una enciclopedia habitual, sino un volumen grueso con todos los Caprichos y con su explicación uno por uno.

Cuando se nos presentan los primeros recuerdos o empezamos a conocer algo, creamos ideas preconcebidas ¿Cómo lo ves con Goya o con otros artistas con los que también sucede?

Con Goya ocurren dos cosas. Por un lado, hemos creado el mito al final de su vida, igual que hemos hecho con otros artistas. Si comparamos con Velázquez, por ejemplo, no sabemos casi nada de este, sin embargo, Goya está mucho más cerca en el tiempo y conocemos muchas cosas de su vida que ayudan a enriquecerlo. Por otro lado, con Goya hay otro tema añadido: es la marca del arte español más importante a nivel mundial junto con Picasso. Cualquier persona con un mínimo interés en el arte sabe quién es Goya. La figura personal, las anécdotas, las leyendas, los mitos, particularmente en el caso de Goya, coinciden en un momento en el que se está configurando la idea del genio y del mito genial. Esto hace que cualquier pequeño detalle biográfico trascienda completamente y, al final, muchas veces se habla más de las anécdotas personales que de lo que realmente nos interesa.

Pongamos un ejemplo de estas situaciones trágicas que tanto nos llaman la atención. En el caso de Goya, lo más destacable es su sordera y el saturnismo.

Goya es perfecto para crear la figura del genio. En su caso confluye el enfrentamiento con la sociedad de su época y una enfermedad. En su época, estos temas se añaden al relato mítico y se crea una bola de nieve que deja el arte en un rinconcito pequeñito donde el genio biográfico no deja espacio para mucho más.

También es importante el contexto histórico y político que le toca vivir, porque evidentemente no solo afecta a su vida sino también a su obra. Es un contexto bastante movido ¿no crees?

Es que a Goya le toca una época… ¡madre mía! Hace unos meses le dije a un buen amigo, profesor de universidad y especialista en el siglo XIX: Dime la verdad, el XIX lo estudiamos como tortura, ¿verdad? Es un siglo muy complicado, y probablemente el más importante para entender España, porque casi todo lo que pasa empieza a pasar entonces. A Goya le toca vivir ese momento: cambios sociales, políticos, las turbulencias, la invasión, lo vive todo. Eso enriquece mucho su obra, le convierte en un referente universal porque va a practicar una serie de temas como la mirada hacia la guerra, que ya existía, pero nadie lo había hecho como él. ¿En qué época de la historia te hubiese gustado vivir? justo en la que le tocó a Goya, a poca gente.

En relación con su obra, ¿es realmente un artista difícil de clasificar?

Sí, muy difícil. Es muy complicado porque toca todos los palos. Así como otros artistas importantes del canon tienen siempre un punto fuerte, como Velázquez que es un retratista excepcional y es “el retratista”, o Artemisa Gentileschi con su pintura bíblica, Goya siempre es Goya. Es como los Beatles, da igual lo que canten, siempre son los Beatles. Goya tiene una serie de obras con una personalidad muy fuerte, sobre todo el 2 y el 3 de mayo, fundamentalmente esta última, pero no es un artista de género, es él haciendo cartones para tapices, haciendo retratos…etc. Las categorías nos ayudan a aprender pedagógicamente y, a Goya, ¿en qué cajón lo metes? La respuesta es: en el suyo, la historia del arte en España es así, antes y después de Goya.

Algo que se escucha muchísimo es que Goya es un adelantado a su época.

Es una frase muy peligrosa. Intentamos explicar los Caprichos, los Disparates… donde cuenta su tiempo, la sociedad de su época, la Inquisición, la superstición y muchas cosas que son propias de ese momento. La mirada es nueva, sí, pero de su época. Será modelo de una cantidad infinita de artistas porque es un fenómeno, se convierte casi en la piedra fundacional de la modernidad para muchísimos artistas, sobre todo en Francia donde la referencia absoluta va a ser él, en muchísimas cosas, también en la mirada social. Esto es tener capacidad para trascender el tiempo.

Y todo eso en un contexto en el que los encargos estaban a la orden del día, encargos de distinto nivel.

Es que hay que vivir, hay que trabajar. A Goya le empieza a tocar lo que se denomina encargos alimenticios, de los que tiene muchos. Se encontraba con cosas que le interesaban más o menos y tenemos algunas sorpresas muy interesantes.

Todos hemos escuchado: ‘Si es de Goya, es bueno’.

Sí, y eso les pasa a muy pocos artistas. En España ocurre con Goya y con Picasso, y parece que todo lo que hacían era excelente e imposible. La excelencia universal no existe. Goya tenía prestigio y lo ha tenido casi de manera ininterrumpida. Incluso cuadra muy bien con la apertura del Museo del Prado para convertirse en uno de los paladines del arte occidental. Y así se crea esa leyenda alrededor que a veces es un tanto tóxica. Hay encargos donde pasa más por encima y que muchas veces son muy interesantes, porque los aprovecha para probar cosas, y luego están los encargos donde se esmera, que es donde realmente hace historia del arte.

Las actividades culturales que se hacen en torno a la figura de Goya como grandes exposiciones, visitas teatralizadas o temáticas también ayudan a acercar su obra y figura.

La ventaja de Goya es que fue un artista tan prolífico que se pueden hacer muchas exposiciones suyas. Además, tiene obra gráfica muy importante que es más accesible a la hora de exponer. Todo esto permite tener más flexibilidad y facilita acercamientos a muchos niveles, algo que me parece muy importante, porque si no puedes tener la obra de arte delante, se pierde mucho. Necesitas esa proximidad a la obra para poder tener una conexión.

Y dentro de esa proximidad, ¿crees que puede haber una burbuja de exposiciones de determinados artistas?

Sí, ahora estamos en el año Picasso, y ha sido bastante cabal, dentro de lo que se podía temer. Cualquier gestor cultural ve las filas del Museo Picasso y quiere eso, es normal. No obstante, creo que con Goya no llega a ese nivel. Es cierto que, al tener una presencia tan grande en la cultura de todo el país, en la cultura española, ha aparecido en los billetes, en todas partes, y eso lo convierte en una personalidad social. Hay muy pocos escritores o artistas que tengan esa categoría, como para ser conocidos incluso más allá de su vida, su obra y con cuatro letras los identifiques en cualquier lugar.

Como docente ¿cómo ves y cómo enseñas a Goya?

Disfruto muchísimo explicando a Goya en clase, y es una paradoja. Es un artista muy intuitivo. Dejo que la gente vea, lo presento en su contexto y, cuando empiezo a proyectarlo, ven que eso es otra onda. Además, tengo suerte de que explico Goya a personas que no tienen ni idea de arte, que no lo conocen y, cuando empiezan a ver cosas, les llama la atención desde el principio: La nevada o los retratos de Fernando VII se explican solos. Continúo con los grabados, los fusilamientos, y termino en las pinturas negras, es de los pocos artistas que te garantizan un éxito en clase.

Hemos hablado de tu primer recuerdo de Goya y queremos terminar preguntándote por el último.

Acabo de ver un retrato infantil fantástico aquí en el Museo de Zaragoza (Luis María de Borbón y Vallabriga), y uno de los mejores Goya que he visto, este retrato maravilloso militar (El Duque de San Carlos).

Por último ¿qué le dirías a Goya si lo tuvieses delante?

Le preguntaría ¿en serio compensa pintar así las paredes de casa? (risas). Cuando ves las fotos de cómo estaba, quien entrara en esa casa tenía que pensar: a don Francisco se le ha ido un poco … Una cosa es verlo en la sala de un museo y otra cosa es verlo todo unido, a tu alrededor, abofeteándote la cara. Siempre he pensado: Francisco, pintar así en casa igual no te va bien. O sea, desde el cariño te lo digo: sal, pasea, escucha los pájaros porque ¡madre mía que bajona! (risas).

 

(Esta entrevista es un extracto de la grabación de capítulo 1 del podcast de la Fundación Goya en Aragón. Escucha la entrevista completa aquí)

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