Corrida en la plaza

Según el inventario de los bienes del pintor realizado en 1812, el lienzo titulado, Procesión en Valencia, sería la pareja de éste en la famosa colección del marqués de Salamanca, del siglo XIX.

En este cuadro dos corridas de toros están teniendo lugar en una plaza pública que, para la ocasión, ha sido dividida a la mitad por un muro. En primer plano Goya ha pintado un grupo de espectadores que dan la espalda a quien observa la obra. Al fondo, tras otro grupo de asistentes a las dos corridas, advertimos un conjunto de edificios que se despliegan sobre el cielo de un azul celeste. Las nubes se concentran en el centro del cuadro, en el eje del muro que divide la improvisada plaza de toros.

Según Gudiol, "en la técnica domina una gran fluidez, que se pone de manifiesto en los contrastes de tonos, siempre bajo la influencia de blandas medias tintas. Una vaguedad de formas y contornos se advierte en la cortina de edificios del fondo, según procedimiento viejo en Goya, que tendía siempre a exagerar los efectos de la perspectiva aérea".

Este cuadro, además de su importante valor artístico, contiene una interesante información histórica puesto que nos indica que en aquella época se celebraban, no sabemos con qué frecuencia, dos corridas de toros en un mismo espacio de forma simultánea lo que daba idea del interés que este tipo de espectáculos tenía para el pueblo. La acumulación de reses para torear en determinados festejos provocó que, para doblar el número de faenas en una misma jornada, se partiera de forma provisional la arena, una costumbre que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX.

Una imagen muy parecida a Corrida en la plaza fue grabada por Goya en la serie de cuatro litografías Los toros de Burdeos (1824-1825) bajo el título Plaza partida.