Hombre tirando de una cuerda (H.20)

Véase El cántaro roto (H.1).

Al aire libre, un personaje tira con toda su fuerza de una cuerda que pende del ángulo superior derecho de la escena.  Gracias a la posición inclinada del cuerpo hacia la izquierda, Goya consigue trasladar al espectador el esfuerzo de ese trabajador, que apoya con la pierna derecha extendida y flexiona la izquierda para hacer palanca. La cara, representada de frente, también expresa la tensión del gesto y va protegida del sol por un sombrero que ha conocido tiempos mejores. Una camisa y unos raídos pantalones de trabajo completan su atuendo. Resulta interesante la proporción del cuerpo del personaje con respecto al tamaño del papel y con el diminuto paisaje descrito. Una escala que monumentaliza al protagonista y le da un aspecto titánico, muy acorde con la energía desplegada. En la población o finca que Goya miniaturiza a lo lejos, extendida sobre una línea de horizonte bastante baja, se distinguen casonas, zonas arboladas, la rueda de algún vehículo y la sugerencia de alguna figura humana. La fuerza de la composición se completa con un claroscuro que ilumina intencionadamente el enérgico brazo y las piernas del personaje, cuyos contornos se han marcado con trazos enérgicos y continuos, subrayando la intensidad general del dibujo.

Goya ya había representado una figura realizando una acción similar en el dibujo Esto ya se ve que no es arrancar nabos (C.63), solo que este dibujo es mucho más brillante y efectivo formalmente. Si bien en aquel dibujo el foco se ponía en el tratamiento del tipo popular, aquí se subraya la acción desempeñada. El tratamiento revela, incluso, determinado respeto hacia el trabajo físico de este hombre de apariencia sencilla, lo que ha llevado a historiadores marxistas como Klingender a realizar una lectura social y política del dibujo.

En este sentido, la elección de un tema aparentemente cotidiano, sin los elementos fantásticos sí existentes en otros dibujos bordeleses, no ha animado a los distintos autores a buscar una explicación trascendente de la escena. Ilatovskaya lo considera nada menos que un preludio del Expresionismo.