Yo lo he visto en París (G.31)

Véase Se hace militar (G.1).

En el Cuaderno G Goya reproduce en varios dibujos curiosos medios de locomoción que descubre en su estancia bordelesa y parisina, y a través de los cuales consigue capturar instantes y personajes de la vida urbana; pero también, como en este caso, trasciende lo pintoresco para expresar otras ideas más universales, siempre con una clara intención de crítica social. Es el caso del mendigo que utiliza un curioso vehículo para desplazarse de Mendigos que se llevan solos en Bordeaux (G.29). Goya añade aquí un recuerdo muy similar. Se trata de un carrito tirado por un perro, en el que viaja una anciana mendiga. El cochecillo tiene dos grandes ruedas y tiene un buen respaldo para la pordiosera, que lleva la cabeza cubierta por una especie de turbante y presenta un rostro demacrado y sombrío. Sin embargo, coge firme las riendas de su tiro. Es imposible no percibir la mirada compasiva de Goya hacia el personaje, pero sobre todo, su simpatía, como cazador y dueño de varios perros de caza, por la actitud firme del can. Éste lleva un arnés y proyecta el cuerpo hacia delante, mostrándose alerta y transmitiendo una fuerza y energía que contrasta con la de su dueña. Con esta escena, Goya parece resumir su experiencia parisina del verano de 1824, tal y como la data Wilson-Bareau, reduciendo los atractivos de la capital a un episodio de pobreza, resistencia y superación de las dificultades.