San Isidro Labrador

Este grabado, perteneciente a la serie de temas religiosos muestra, con respecto a La huida a Egipto, un empleo más diestro de la técnica del aguafuerte por parte de Goya. En él se puede ver al santo, patrón de Madrid, orando de rodillas, con los brazos en cruz y una ijada a su lado. Detrás el aragonés ha grabado la yunta de bueyes conducidos por el ángel, del que tan sólo se intuyen las alas en la estampa. La figura del santo está siendo iluminada por un rayo de luz proveniente del alto. San Isidro mira hacia arriba volviendo los ojos al cielo en una actitud orante que acompaña a la postura de los brazos y que recuerda al cuadro La oración en el huerto así como al primer grabado de la serie Los desastres de la guerra. Goya ha captado las vestiduras del santo mediante trazos cortos y horizontales que se intensifican en el centro del cuerpo y en el hombro izquierdo.

La datación de esta obra plantea algunos problemas aunque son dos los datos que nos permiten establecer el momento de su realización en torno a finales de la década de los años setenta del siglo XVIII. El primero de ellos es que fue precisamente el 15 de noviembre de 1779 cuando, según señala la Gazeta de Madrid, se trasladaron los restos de San Isidro Labrador a la iglesia del Sacramento de Madrid. El segundo dato que da licencia para suponer que Goya habría podido realizar este grabado en ese momento es el hallazgo, en el reverso de la prueba de San Isidro Labrador, de un dibujo a lápiz negro del retrato del Infante Baltasar Carlos a caballo de Velázquez. Goya realizó un grabado de la obra del pintor sevillano que publicó en diciembre de 1778 y es probable que hiciese algún dibujo preliminar que posteriormente reutilizó para la primera prueba de San Isidro.