Interior de prisión

Composición de aires clásicos en la que la figura protagonista cobra un aire escultórico. En el interior de una celda, una joven situada en el centro de la escena se lleva las manos al rostro sollozante. La luz entra a través de las rejas de la derecha de la imagen, iluminando de forma efectista los bultos de un grupo de prisioneros que se derrumban y apiñan en el suelo, en contraste con la protagonista. El dramatismo del asunto está especialmente subrayado gracias al uso del clarión para trazar los rayos de luz y las zonas iluminadas sobre el grueso cartón negro que Goya ha escogido como soporte. Este procedimiento había sido empleado por Goya en muchos apuntes de una etapa mucho más temprana (ca. 1775-1778), por lo que, como destaca Gassier, resulta inhabitual en este periodo. El mismo Gassier recuerda los numerosos prisioneros y celdas que protagonizaron gran parte de los dibujos del denominado Cuaderno C (ca. 1803-1824) de Goya, que también pintó varios lienzos de la misma temática. Por su parte, el Museo del Prado, propietario del dibujo, lo mantiene en el catálogo goyesco pero como obra atribuida al pintor, pues considera el estilo, técnica y soporte inusuales en la obra del aragonés.