Viejo columpiándose (H.58)

Véase El cántaro roto (H.1).

Desde el ángulo superior izquierdo penden en diagonal los dos cabos de una cuerda en la que se columpia un hombre de edad avanzada, descalzo y de sonriente mueca grotesca. La postura del personaje y las líneas compositivas oblicuas imprimen pleno dinamismo a la escena, sobre un fondo blanco totalmente neutro. El viejo harapiento está rodeado de la nada.

Goya se había ocupado años atrás del tema del columpio en varias obras: en un cartón para tapiz titulado El columpio (1779), en uno de los lienzos que realizó para decorar la Alameda de los Osuna, denominado también El columpio (1786-1787), y en un dibujo titulado a su vez El columpio (B.21) (ca. 1794-1797), si bien conforme a un ambiente galante bien diferente al del presente dibujo. Algo más cercano en concepto resulta el dibujo preparatorio de un capricho que no llegó a grabar, titulado Columpio de brujas (ca. 1797).  Sin embargo, la obra más próxima a la que nos ocupa, desde el punto de vista temático y conceptual, es una estampa que Goya grabó al aguafuerte y aguatinta, también en Burdeos: Viejo columpiándose (1826-1828).